La primera gran civilización india floreció a lo largo del valle del río Indo durante más de mil años (2500-1700 a.C. aproximadamente). Sus grandes ciudades, Mohenjodaro y Harappa (actualmente en Pakistán), estuvieron dominadas por los sacerdotes, que sembraron los rudimentos del hinduismo. Los invasores arios procedentes de Asia Central barrieron el país entre los años 1500 y 200 a.C., y en seguida controlaron el norte de la India, empujando a sus habitantes dravídicos originarios hacia las regiones meridionales.
Los ocupantes trajeron sus propios dioses y sus tradiciones ganaderas y carnívoras, pero fueron absorbidos hasta tal punto que en el siglo VIII a.C. los sacerdotes había vuelto a establecer su supremacía, consolidada en el sistema de castas: una jerarquía mantenida por reglas muy estrictas que aseguraban el poder de los sacerdotes brahmánicos.
El budismo, que surgió hacia el año 500 a.C., condenaba este sistema. Ello dio lugar a un movimiento radical en el hinduismo en el siglo III a.C., con la conversión del emperador Asoka, de la dinastía Maurya, que controlaba gran parte de la India. Asoka (273-232 a.C.) implantó el budismo como religión oficial del imperio, y durante su reinado, la India conoció uno de los períodos de mayor esplendor.
En 326 a.C., Alejandro Magno alcanzó el norte de la India durante su expedición de conquista hacia Oriente, pero se retiró poco después de vencer al rey Poros. Sin embargo, la influencia cultural griega permaneció durante mucho tiempo en las regiones del norte.
Varios imperios surgieron y cayeron en el norte del país tras el colapso de los Mauryas. Sin embargo, uno de ellos, la dinastía Gupta, que comenzó en 320 d.C. y permaneció en el trono 160 años, instauró otra edad dorada de poesía, literatura y arte en la India. Este período coincidió con el renacimiento del hinduismo en detrimento del budismo. El nuevo resurgimiento se desarrolló entre el año 40 y el 600 d.C.
Después de la invasión de los hunos, en el siglo VI, el norte de la India se fragmentó en una serie de reinos hindúes y no se reunificaría realmente hasta la llegada de los musulmanes. Sin embargo, el extremo más meridional, cuya prosperidad dependía de sus lazos comerciales con los egipcios, los romanos y los pueblos del sureste asiático, no se vio afectado por la agitación del norte, y el hinduismo no vio nunca amenazado su control de la región.
En 1192 llegaron los musulmanes de Oriente Próximo. Al cabo de veinte años, toda la cuenca del Ganges había caído bajo control mahometano, aunque el islam no consiguió penetrar en el sur. Dos grandes reinos se desarrollaron en la actual Karnataka: el poderoso reino hindú de Vijayanagar, y el fragmentado reino musulmán de Bahmani.
Los emperadores mongoles penetraron en el Punjab procedentes de Afganistán, derrotaron al sultán de Delhi en 1525 y propiciaron otra edad de oro artística. Pero el imperio maratha creció durante el siglo XVII y fue apoderándose del territorio mongol. Los marathas, procedentes de la parte noroccidental del Decán (India central y meridional), consolidaron el control del centro de la India hasta que cayeron ante el último gran poder imperial, el de la corona británica.
Sin embargo, el Imperio Británico no fue el único país europeo que se estableció en la India: los portugueses habían controlado Goa desde 1510, y los franceses, daneses y holandeses también habían establecido allí sus avanzadillas comerciales. En 1803, cuando los británicos derrotaron definitivamente a los marathas, la mayor parte del país estaba bajo el control de la British East India Company, que había establecido su primer puesto comercial en Surat (Gujarat) en 1612.
Para la compañía británica, la India no era más que un lugar donde ganar dinero, y despreciaba por completo su cultura, creencias y religiones. Gran Bretaña desarrolló en el país actividades mineras para extraer hierro y carbón, así como plantaciones de té, café y algodón, e inició la construcción de la vasta red de ferrocarriles de la India. Los británicos fomentaron el absentismo de los terratenientes, al aligerarlos de la carga de la administración y recaudación de impuestos, lo que, a su vez, ocasionó el empobrecimiento de la población rural, un problema que sigue siendo crónico en Bihar y Bengala Occidental. El motín de 1857 en el norte acabó con la desaparición de la British East India Company, y la administración del país quedó en manos del gobierno británico.
La oposición al poder británico resurgió con fuerza a principios del siglo XX. El Congreso establecido para dotar a la India de un cierto grado de autonomía empezó entonces a exigir verdaderas libertades. En 1915, Gandhi regresó de Sudáfrica, donde había ejercido la abogacía, para dedicarse de pleno a la lucha por la independencia, adoptando una política de resistencia pasiva y de no violencia, o satyagraha.
La II Guerra Mundial asestó un golpe mortal al colonialismo, y la independencia fue ya inevitable. Pero, dentro del país, la amplia minoría musulmana se dio cuenta de que una India independiente iba a estar dominada por los hindúes. Creció el comunalismo, con la Liga Musulmana dirigida por Muhammad Ali Jinnah, portavoz de la gran mayoría de musulmanes, y el Partido del Congreso, dirigido por Jawaharlal Nehru, representando a la población hindú. El intento de crear una nación musulmana aparte era el principal obstáculo para que los británicos concedieran la independencia al país. Pero, ante este callejón sin salida político y la creciente tensión, el virrey Mountbatten decidió a regañadientes dividir el país y estableció un rápido programa hacia la independencia.
Por desgracia, las dos regiones de mayoría musulmana estaban situadas en lados opuestos del país, con lo que la nueva nación pakistaní estaría dividida por una India hostil. Cuando, finalmente, se anunció el establecimiento de la línea divisoria, empezó el éxodo más importante de la historia, con los musulmanes desplazándose hacia Pakistán y los hindúes y sijs regresando a la India. Más de 10 millones de personas emigraron, e incluso las estimaciones más moderadas calculan que 250.000 de ellas murieron. El 30 de enero de 1948, Gandhi, profundamente decepcionado por la Partición y el consiguiente derramamiento de sangre, sería asesinado por un fanático hindú.
Tras el trauma de la división nacional, el primer dirigente de la India independiente, el primer ministro Jawaharlal Nehru, abogó por una constitución laica, una planificación central socialista y una estricta política de neutralidad. El país optó por unirse a la Commonwealth, pero también estrechó sus lazos con la URSS, en parte a causa de sus conflictos con China, y en parte también por el apoyo estadounidense a su acérrimo enemigo, Pakistán, especialmente hostil hacia la India al reclamar el estado de Cachemira, de mayoría musulmana. India y Pakistán se enfrentaron violentamente en 1965 y 1971, la primera vez por la cuestión de Cachemira y la segunda por el Pakistán oriental (que consiguió la independencia con el nombre de Bangladesh).
El siguiente primer ministro indio y estadista de talla internacional fue la hija de Nehru, Indira Gandhi, quien resultó elegida en 1966. Todavía goza de gran estima en el país, aunque algunos le reprochan haberse inmiscuido en los fundamentos democráticos de la India al declarar el estado de emergencia en 1975. Indira fue asesinada en 1984 por sus guardaespaldas sijs, en represalia por haber expulsado a un grupo de radicales armados pertenecientes a esta religión del templo de Oro en Amritsar. El control dinástico de los Gandhi en la política india continuó cuando su hijo, Rajiv, subió al poder.
Rajiv implantó una nueva política, más pragmática, en el país. Alentó las inversiones extranjeras y la introducción de la tecnología moderna, suavizó las restricciones en las importaciones y así se crearon numerosas industrias. Estas medidas proyectaron a la India en la década de 1990 y la sacaron de su aislamiento, pero no hicieron nada para estimular el gigantesco sector rural del país. Rajiv fue asesinado durante una campaña electoral por un seguidor de los Tigres Tamiles de Sri Lanka.
Los peligros del comunalismo en la India quedaron patentes en 1992, cuando una muchedumbre hindú tomó por asalto y destruyó una mezquita construida en el lugar donde nació Rama, en Ayodhya. El partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP) ha sabido siempre capitalizar este tipo de incidentes, y ha ejercido el poder con varias coaliciones dispares en los últimos años. A pesar de los peligros de jugar con la política nacionalista, la postura tradicionalista hindú del BJP ha atraído a los votantes preocupados por la conservación de los valores tradicionales ante el asiduo ataque de las influencias globales modernas.
En 1998, la India llevó a cabo su primera prueba con armamento nuclear. A pesar del descontento internacional, las pruebas nucleares fueron recibidas con gran júbilo en el país y levantaron una oleada de adhesiones para el BJP.
Sin embargo, en abril de 1999 el primer ministro Vajpayee había perdido el apoyo de la mayoría en el parlamento, y tuvo que enfrentarse a una moción de confianza, que perdió por un voto. Todo parecía indicar que Sonia Gandhi, la viuda de Rajiv Gandhi, llevaría al Partido del Congreso hacia la victoria tras sus tres años de ostracismo político, pero ésta fue incapaz de asegurar una coalición y el país tuvo que volver a las urnas, por tercera vez en igual número de años. El BJP volvió a formar gobierno, aunque con una considerable disminución del apoyo popular.
Desde entonces, las tensiones con Pakistán han ido fluctuando periódicamente a pesar de los intentos de acercamiento por parte de las clases políticas. En enero de 2001, un terremoto en Gujarat acabó con la vida de 20.000 personas y dejó a más de medio millón sin hogar. En diciembre del mismo año, un individuo armado irrumpió en el parlamento nacional matando a trece de sus miembros, mientras que cientos de personas fueron asesinadas en Gujarat un año antes del terremoto como consecuencia de los conflictos entre hindúes y musulmanes.
En 2002, la crisis entre la India y Pakistán por la región de Cachemira estalla de nuevo. Más de un millón de soldados de ambos países llegaron a la frontera y ensayaron con misiles nucleares. Afortunadamente a finales de 2003, ambos países declaran el alto el fuego. La India emprende de nuevo el diálogo con los separatistas de Cachemira.
El 14 de mayo de 2004, con una mayoría del Partido del Congreso y con el apoyo de la izquierda, los legisladores votaron a la cabeza del Partido del Congreso (CP), Sonia Gandhi como nueva primer ministra. Sin embargo, debido a la campaña en su contra por ser de origen italiano, renunció 4 días más tarde, designando a Manmohan Singh, lider de la minoritaria religión Sij como nuevo primer ministro.